“A nadie le gusta el dolor para uno mismo, salvo que lo busque y desee tenerlo, solo porque es dolor”
sábado, 31 de mayo de 2008
Sobre el dolor
“A nadie le gusta el dolor para uno mismo, salvo que lo busque y desee tenerlo, solo porque es dolor”
jueves, 29 de mayo de 2008
No nos conocemos
Cobarde
Qué fue?
Me querías sumisa?
Me querías como una amiga.
Qué te hizo correr?
Fue mi neurosis? Fue mi libertad?
Fue mi cintura? Fue mi soledad?
Fue mi manera de no tenerte miedo.
No, yo sé qué fue.
Fue la tozudez de mi mirada.
Fue la valentía de mis ojos.
Esa que sabes que careces.
Fue lo que dije.
Te vas porque sabes que es cierto.
Cobarde.
Soy demasiado mujer para ti.
Otoño
El sol de las cinco se refleja en esos pétalos rosas que vencen el otoño e iluminan la ciudad, y, entonces, tu amarga ausencia me golpea en la cara. Me aturde. Y lo disfruta.
No estás, no estamos, y la belleza lastima.
El sol de las cinco y los pétalos rosas están tan hermosos y no los estás viendo.
Y no me estás viendo.
Te tengo, creo, una pasión, escondida muy dentro de mí.
Quizá un día te quiera menos
Mi vientre se colmará finalmente de tus engaños
mis ojos se secarán, altivos.
Te encontraré sentadito cerca de la ventana y te saludaré con desgana.
Esquivaré tus ternuras, y refunfuñaré ante tus comentarios.
Y cuando, finalmente, me digas:"pídeme que me quede"
te responderé: "No."
Sí, quizá un día te quiera menos...
un día que dure un poquito menos
de veinticuatro horas.
Encuentro
No lo sabía, pero me había quedado ahí, tras un viaje inconcluso, lleno de frases sin pronunciar.
No recordaba que esa niña de rizos locos y ojos verdicafés nunca se bajó.
A ella le gusta ser testigo, y le encanta ver pasar la vida desde esa ventana.
Le encanta presenciar todo, asimilarlo.
Preciosa ella, que no se traiciona nunca.
Tonta yo, que la abandoné porque no la entendía.
Éso sí, aprendí que sin ella... No soy feliz.
Gracias por encontrarme, mi niña.
Nombre
Él
Todo eso hace que tres horas después yo no pueda dormir pensando en él.
Madre.... mamá... mami... ma!!!!
No existen palabras para describir lo orgullosa que me hace sentir mi mamá. Ella es una mujer que trabaja de sol a sol e incluso más, siempre tratando de que a sus hijos no nos falte nada y tengamos lo mejor. Mi madre es estricta y exigente con nosotros, tal y como lo es consigo misma. Suele ser sobreprotectora, pero yo se lo atribuyo a su inmenso amor de madre. Sus logros como mujer tienen doble mérito. Ella nos supo sacar adelante sola, sin ayuda de nadie. ¡Es un ejemplo de fortaleza y dedicación!
Yo la amo. Es única. Punto.
Presente
A veces las cosas pasan demasiado rápido, y uno no tiene el tiempo de detenerse a pensar. Así que, ayer lo hice.Y pensé: “Estoy cumpliendo mi sueño”… Estoy aprendiendo una cantidad increíble de cosas, y, sigo siendo la misma persona. Ni toda la maldad a mi alrededor logró cambiarme. Logré entender, finalmente, que todo es pasajero, y por tanto debemos disfrutarlo, sea dulce o doloroso.
Estoy conociendo a personas hermosas, que creen que las ventajas que tuvieron sin merecerlas son una herramienta para ayudar a que otros vivan mejor. Y estoy queriendo más, a los que ya conocía, cada día aprendo más de ellos y me nutro de su amistad.
Creo que estoy siguiendo el plan que me tracé. Y sigo teniendo los ojos grandes cada vez que un niño me sonríe. Aprendí algo, el chocar de frente con personas vacías de humanidad me sirve para saber lo que no quiero ser. Y confirmar, que lo que soy, sí es valorado por los que respiran hondo y a veces dejan correr lagrimitas de emoción cuando se sienten plenos.
Este mi presente es hermoso. Me alegro de poder compartirlo contigo.
Semáforo
Oías el rutinario sonido del tráfico, casi tan alejado de tu mente como tu mente del lugar. Problemas, decías, problemas, dejabas, problemas, siempre esos tan famosos problemas te alejaban de mí. Te hablaba, te hacía señas, hacía malabares sólo para llamar tu atención, tú oías mis palabras, mis súplicas, mis ruegos, pero no escuchabas, parecía que un frío cristal te alejaba de mí. Ante mi desesperación, inmune a los primeros rastros de depresión y frustración que empezaban a nublar mis ojos y a deformar mis facciones, tú avanzabas, dejándome mirando tu fría espalda, anhelando por lo menos hacer contacto con esos gélidos ojos tuyos. Oías, no escuchabas, no prestabas atención.
Sentías mi presencia, yo lo sé muy bien. Lo hacías, pero escogías ignorarme, volcar la cabeza, mirar más allá de mi persona, siempre evadiendo el contacto visual. Me pregunto qué habré hecho para merecer tan grande martirio, y si tú sabrás la respuesta. Quizá, algún día, logre verte y que me escuches y me observes, me analices, me des un pedacito de tiempo.
Hoy iba a ser ese día. Vi tu auto otra vez, y fue por tu rostro que lo reconocí. Rogué que el semáforo cambiara a rojo para poder verte tan sólo un segundo más, para que me observes. Hice mis malabares con todas las ganas del mundo, con mi carita pintada, sonriendo, muy por dentro, llena de alegría por verte de nuevo. Rojo. Al parecer el destino estuvo de mi lado ese momento.
Amarillo, me acerque a tu auto, pero tú seguías mirando al frente, la mirada perdida. Me invade la tristeza al ver tu semblante triste. Son esos problemas otra vez. ¿Acaso no te dejan en paz?
Verde. Mejor me aparto de aquí, si quiero verte mañana. Ojala asistas a nuestra cita tácita en el tráfico de la mañana. Tú, sin saber, sabes que yo estaré esperándote aquí.
lunes, 26 de mayo de 2008
La caja
Si algún día (por desgracia de la suerte, o por dictado divino, o por la ironía inconfundible con la cual se ordena el universo) perdiera yo la cabeza y con ella mis memorias, posiblemente me bastaría con buscarme una caja para reemplazarla.
Debería ser de madera. Cierto, no sería ni tan liviana como una caja de aluminio, como las de las galletas de Navidad; ni tan fina como una de oro, como las de tumbas egipcias; ni tan brillante como una de vidrio cortado, como las de regalo de boda en cristal Swarosvki. Pero como mi mente y manera de ser jamás fueron ni tan livianas, ni tan brillantes, ni tan finas, confieso que no me preocupa mucho este detalle.
Puede ser de madera, quizá, para darle bastante peso para tener sustancia, suficiente naturaleza para tener algún tipo de gracia innata y única, y suficiente suavidad para adaptarse a los eventos que la afectan.
Y en esta caja, colocaría yo toda la información de poca consecuencia que me acolchona la cabeza; y pondría luego, con cuidado y meticulosamente, solo lo esencial.
Mis memorias de la antigua casa, tardes eternas jugando con mi madre, mi hermano cuando aún era mi amigo y mi adorada mascota; memorias de cuando yo quería ser igual que mamá, cuando quería ser una princesa y luego presidente.
Definitivamente estarían los recuerdos de las cosas más dolorosas de mi corta vida: amistades perdidas, golpes y heridas profundas, para poder apreciar debidamente mis logros y victorias, y así tampoco menospreciar las pérdidas que nos proporciona el vivir.
Memorias de días tan brillantemente felices, tan completamente deliciosos, añorados y libres, que si lo pensaba demasiado, me entraba un temor asfixiante, imaginando que solo podrían ser un sueño.
Memorias de verme tan asombrada por lo que presenciaba o sentía, que las lágrimas inexorables se me derramaban sin pestañear, sin poder siquiera formular una palabra, ni ordenar mis zumbantes pensamientos.
Pondría, también, mis sonidos favoritos; la risa tan contagiosa y tan rara de mamá, la guitarra de mi hermano, tocándola para pasar el tiempo, el ruido sordo de la voz profunda que me calmó cuando lloraba sola.
Dejaría un espacio para los olores; el de las rosas del jardín de mi abuela, la dulzura de la orquídea que él me regaló en febrero, el aroma a diesel y brisa de mar que tanto me agradan desde que era una niña.
Por acortar, guardaría en mi cajita mis sensaciones y memorias fundamentales, sólo las más relevantes. Las voces que amé, las vistas que me conmovieron, y los tropezones que me permitieron y me permitirán crecer hacia mi mejor Yo.
Pero cuando acabase este trabajo, me lavaría de las manos el aserrín, e iría yo a botar el sobrante de basura que habría sacado de mi cerebro, y probablemente llegaría a la extraña conclusión de que, aunque puse solo lo esencial en la caja, en la caja tuve que colocarlo todo.
Silencioso disimulo*
Lo has hecho de nuevo. Te fuiste, pero antes dejaste el desayuno servido. Desgraciado. Un simple “cuídate”, o un “vuelvo más tarde” hubieran bastado. Pero no, siempre tuviste que ser un silencioso detallista.
La cafeína en el aire hace que vuelva a mis anteriores pensamientos. ¿En qué estaba? Ah, sí. Hoy iba a darme un día de enfermedad. Llamaría al trabajo, diría que, debido a una repentina recaída de una enfermedad leve y desconocida, pero fatal si abandonaba la cama, no podría asistir a la reunión de directorio. Sí, eso bastaría. Vaya día para tomarme una mini vacación. Pero debes entender, es sólo para admirar tu presencia. O falta de ella, como sea.
Miro la hora, es temprano aún, quizá demasiado tarde para un día de trabajo, pero ligeramente anterior a una hora decente en un día de vacación. Tiro a un lado las blancas sábanas con las piernas. Esa sensación, ese pensamiento, retumban en mi cabeza. ¿Por qué tuviste que ser siempre silencioso y detallista? Hubiera bastado una sola palabra, una frase débil pero completa, sólo eso, nada más.
Me siento en el borde de la cama, estirándome todo lo posible, me froto la cara, anda, despierta, inhala, exhala, inhala otra vez. Me dirijo a la cocina. Aún no puedo creer que, pese a haber dormido tan poco, me siento tan liviana, tan descansada, tan realizada. Agarro una taza, y mientras me sirvo ese líquido tan parecido al petróleo, reacciono un poco más debido al contacto de mis pies con la fría losa del piso. Froto uno contra el otro, los caliento durante unos segundos, y entre tanto, la cafeína empieza a recorrer mi sistema.
Prendo un cigarrillo, dejo caer los primeros rastros del tabaco quemado, mientras el anhídrido carbónico escapa por mi nariz y boca. Bostezo. Es aquel sueñito de las once de la mañana que tengo desde que tengo uso de razón.
Suspiro. Siempre supiste que ésta era una relación basada en el engaño y la mentira. Siempre, aunque quizá tácitamente, supimos que vivíamos vidas dobles. Es una pena que yo lo hubiera comprobado antes que tú. Un simple “cuídate” o un “vuelvo más tarde” hubieran bastado cuando salías y me dejabas, muy por dentro, ahogándome en mis celos, en mi rabia, en mi mudo dolor. Actuabas como si no pasara nada, siempre fuiste bueno haciendo eso.
Sólo hubiera bastado una palabra, pero no, siempre tuviste que ser un silencioso detallista. Es una lástima que tuviera que matarte.
Manzana
It is about Natural Being versus Trying. . . .
you cannot try to be humble. .
you either are, or are not in the moment
you cannot try to be sincere. .
you either are, or are not in the moment
you cannot try to be genuine. .
you either are, or are not in the moment
you cannot try to be giving. .
you either are, or are not in the moment
you cannot try to be authentic. .
you either are, or are not in the moment
you cannot try and be ecstatic. . you either are, or are not in the moment
You cannot try to be good. .
it just IS.
The miracle....
The miracle of love
comes to us
in the presence of the uninterpreted moment.
choose your answer
Eudaimonia
A recipe for living
William Henry Channing
"To live in content with small means"
This means to realize to the full the possibilities of life. Contentment means absence of worry. It is only when free from worry that the brain can act normally, up to its highest standard. The man content with small means does his best work, devotes his energies to that which is worth while, and not to acquiring that which has no value.
"To seek elegance rather than luxury"
The difference between elegance and luxury is the difference between the thin, graceful deer, browsing on the scanty but sufficient forest pasture, and the fat swine revelling in plentiful garbage.
"Refinement rather than fashion"
"To be worthy, not respectable"
"Wealthy, not rich"
"To listen to stars and birds,babes and sages, with open heart"
"To study hard; to think quietly, act frankly, talk gently"
El burro y la flauta
"Tirada en el campo estaba desde hacía tiempo una Flauta que ya nadie tocaba, hasta que un día un Burro que paseaba por ahí resopló fuerte sobre ella haciéndola producir el sonido más dulce de su vida, es decir, de la vida del Burro y de la Flauta.
Incapaces de comprender lo que había pasado, pues la racionalidad no era su fuerte y ambos creían en la racionalidad, se separaron presurosos, avergonzados de lo mejor que el uno y el otro habían hecho durante su triste existencia."
Walking needles
Historias de cronopios, famas y esperanzas
Ahora pasa que las tortugas son grandes admiradoras de la velocidad, como es natural. Las esperanzas lo saben, y no se preocupan. Los famas lo saben, y se burlan. Los cronopios lo saben, y cada vez que se encuentran una tortuga, sacan la caja de tizas de colores y sobre la redonda pizarra de la tortuga dibujan una golondrina.
Viajes
Cuando los famas salen de viaje, sus costumbres al pernoctar en una ciudad son las siguientes: Un fama va al hotel y averigua cautelosamente los precios, la calidad de las sábanas y el color de las alfombras. El segundo se traslada a la comisaría y labra un acta declarando los muebles e inmuebles de los tres, así como el inventario del contenido de sus valijas. El tercer fama va al hospital y copia las listas de los médicos de guardia y sus especialidades. Terminadas estas diligencias, los viajeros se reúnen en la plaza mayor de la ciudad, se comunican sus observaciones, y entran en el café a beber un aperitivo. Pero antes se toman de las manos y danzan en ronda. Esta danza recibe el nombre de "Alegría de los famas".Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: "La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad". Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios. Las esperanzas, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los hombres, y son como las estatuas que hay que ir a verlas porque ellas ni se molestan.
Comercio
Los famas habían puesto una fábrica de mangueras, y emplearon a numerosos cronopios para el enrollado y depósito. Apenas los cronopios estuvieron en el lugar del hecho, una grandísima alegría. Había mangueras verdes, rojas, azules, amarillas y violetas. Eran transparentes y al ensayarlas se veía correr el agua con todas sus burbujas y a veces un sorprendido insecto. Los cronopios empezaron a lanzar grandes gritos, y querían bailar tregua y bailar catala en vez de trabajar. Los famas se enfurecieron y aplicaron en seguida los artículos 21, 22 y 23 del reglamento interno. A fin de evitar la repetición de tales hechos. Como los famas son muy descuidados, los cronopios esperaron circunstancias favorables y cargaron muchísimas mangueras en un camión. Cuando encontraban una niña, cortaban un pedazo de manguera azul y se la obsequiaban para que pudiese saltar a la manguera. Así en todas las esquinas se vieron nacer bellísimas burbujas azules transparentes, con una niña adentro que parecía una ardilla en su jaula. Los padres de la niña aspiraban a quitarle la manguera para regar el jardín, pero se supo que los astutos cronopios las habían pinchado de modo que el agua se hacía pedazos en ellas y no servía para nada. Al final los padres se cansaban y la niña iba a la esquina y saltaba y saltaba. Con las mangueras amarillas los cronopios adornaron diversos monumentos, y con las mangueras verdes tendieron trampas al modo africano en pleno rosedal, para ver cómo las esperanzas caían una a una. Alrededor de las esperanzas caídas los cronopios bailaban tregua y bailaban catala, y las esperanzas les reprochaban su acción diciendo así: ¡Crueles cronopios cruentos!. ¡Crueles! Los cronopios, que no deseaban ningún mal a las esperanzas, las ayudaban a levantarse y les regalaban pedazos de manguera roja. Así las esperanzas pudieron ir a sus casas y cumplir el más intenso de sus anhelos: regar los jardines verdes con mangueras rojas. Los famas cerraron la fábrica y dieron un banquete lleno de discursos fúnebres y camareros que servían el pescado en medio de grandes suspiros. Y no invitaron a ningún cronopio, y solamente a las esperanzas que no habían caído en las trampas del rosedal, porque las otras se habían quedado con pedazos de manguera y los famas estaban enojados con esas esperanzas.
El almuerzo
Inconvenientes en los servicios públicos
Vea lo que pasa cuando se confía en los cronopios. Apenas lo habían nombrado Director General de Radiodifusión, este cronopio llamó a unos traductores de la calle San Martín y les hizo traducir todos los textos, avisos y canciones al rumano, lengua no muy popular en la Argentina. A las ocho de la mañana los famas empezaron a encender sus receptores, deseosos de escuchar los boletines así como los anuncios del Geniol y del Aceite Cocinero que es de todos el primero. Y los escucharon, pero en rumano, de modo que solamente entendían la marca del producto. Profundamente asombrados, los famas sacudían los receptores pero todo seguía en rumano, hasta el tango Esta noche me emborracho, y el teléfono de la Dirección General de Radiodifusión estaba atendido por una señorita que contestaba en rumano a las clamorosas reclamaciones, con lo cual se fomentaba una confusión padre. Enterado de esto el Superior Gobierno mandó fusilar al cronopio que así mancillaba las tradiciones de la patria. Por desgracia el pelotón estaba formado por cronopios conscriptos, que en vez de tirar sobre el ex Director General lo hicieron sobre la muchedumbre congregada en la Plaza de Mayo, con tan buena puntería que bajaron a seis oficiales de marina y a un farmacéutico. Acudió un pelotón de famas, el cronopio fue debidamente fusilado, y en su reemplazo se designó a un distinguido autor de canciones folklóricas y de un ensayo sobre la materia gris. Este fama restableció el idioma nacional en la radiotelefonía, pero pasó que los famas habían perdido la confianza y casi no encendían los receptores. Muchos famas, pesimistas por naturaleza, habían comprado diccionarios y manuales de rumano, así como vidas del rey Carol y de la señora Lupescu. El rumano se puso de moda a pesar de la cólera del Superior Gobierno, y a la tumba del cronopio iban furtivamente delegaciones que dejaban caer sus lágrimas y sus tarjetas donde proliferaban nombres conocidos en Bucarest, ciudad de filatelistas y atentados.
La foto salió movida
Un cronopio va a abrir la puerta de calle, y al meter la mano en el bolsillo para sacar la llave lo que saca es una caja de fósforos, entonces este cronopio se aflige mucho y empieza a pensar que si en vez de la llave encuentra los fósforos, sería horrible que el mundo se hubiera desplazado de golpe, y a lo mejor si los fósforos están donde la llave, puede suceder que encuentre la billetera llena de fósforos, y la azucarera llena de dinero, y el piano lleno de azúcar, y la guía del teléfono llena de música, y el ropero lleno de abonados, y la cama llena de trajes, y los floreros llenos de sábanas, y los tranvías llenos de rosas, y los campos llenos de tranvías. Así es que este cronopio se aflige horriblemente y corre a mirarse al espejo, pero como el espejo esta algo ladeado lo que ve es el paragüero del zaguán, y sus presunciones se confirman y estalla en sollozos, cae de rodillas y junta sus manecitas no sabe para que. Los famas vecinos acuden a consolarlo, y también las esperanzas, pero pasan horas antes de que el cronopio salga de su desesperación y acepte una taza de té, que mira y examina mucho antes de beber, no vaya a pasar que en vez de una taza de té sea un hormiguero o un libro de Samuel Smiles.
Eudaimonia