Cállate. Solo junta tus labios y guarda silencio. No emitas sonido alguno. No me mires así tampoco. Sería mejor si cerraras también los ojos. No creo que estés, nunca, preparado para lo que te voy a decir.
Ahí voy.
Quédate quieto, solo déjame hablar. No te distraigas, no creo que pueda repetir lo que va a salir.
Siento que la primera vez que te vi no me fijé realmente en ti. No sé si quiera saber si la primera vez que me viste, tu corazón quedo flechado.
Siento no intentar conocerte más a fondo, no por ti, sino por mí. Temía encontrar a alguien tan parecido a mí, que el simple hecho de pensar en alejarme de ti me dolía.
Siento que tus ojos brillen cada vez que me miras. No estoy segura si eso pasa conmigo. Verás, no puedo verme cuando te miro, pero sé que lo hago, muy en el fondo, con cariño.
Siento ser tan cobarde que no puedo siquiera formular una frase decente para saludarte, y que, cada vez que lo intento, solo salga un suspiro y un mal disimulado grito de dolor. Sé que tú quieres hablar conmigo, y aprecio que lo intentes.
Siento pensar tanto en ti. La verdad es que sin quererlo, llegaste y marcaste una etapa en mi vida. Espero no haber marcado la tuya, pese a que me encantaría saber que tú también piensas en mí.
Siento escribir sobre ti. Eres lo único que ronda mi mente y mi corazón… Y, es que habrás escuchado aquel dicho, lo que abunda en el corazón sale por la boca… En mi caso, sale por las manos, y se convierten en una frase que no me atrevo a decir.
Creo que me estoy enamorando de ti.
Ahí voy.
Quédate quieto, solo déjame hablar. No te distraigas, no creo que pueda repetir lo que va a salir.
Siento que la primera vez que te vi no me fijé realmente en ti. No sé si quiera saber si la primera vez que me viste, tu corazón quedo flechado.
Siento no intentar conocerte más a fondo, no por ti, sino por mí. Temía encontrar a alguien tan parecido a mí, que el simple hecho de pensar en alejarme de ti me dolía.
Siento que tus ojos brillen cada vez que me miras. No estoy segura si eso pasa conmigo. Verás, no puedo verme cuando te miro, pero sé que lo hago, muy en el fondo, con cariño.
Siento ser tan cobarde que no puedo siquiera formular una frase decente para saludarte, y que, cada vez que lo intento, solo salga un suspiro y un mal disimulado grito de dolor. Sé que tú quieres hablar conmigo, y aprecio que lo intentes.
Siento pensar tanto en ti. La verdad es que sin quererlo, llegaste y marcaste una etapa en mi vida. Espero no haber marcado la tuya, pese a que me encantaría saber que tú también piensas en mí.
Siento escribir sobre ti. Eres lo único que ronda mi mente y mi corazón… Y, es que habrás escuchado aquel dicho, lo que abunda en el corazón sale por la boca… En mi caso, sale por las manos, y se convierten en una frase que no me atrevo a decir.
Creo que me estoy enamorando de ti.